(Tratado sobre las virtudes éticas y morales)
Aristóteles (384-322 a.n.e), discípulo de Platón, es el primero que hace una sistematización de conocimientos relacionados con la ética y la doctrina de la virtud en el Libro II de la Ética a Nicómaco. La orientación fundamental de su sistema ético-filosófico es la felicidad (eudemonismo). Plantea que las virtudes morales son hábitos de elección o preferencias volitivas que hacen bueno al hombre y buena la obra que realiza, y constituyen posiciones intermedias entre extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto. Al igual que Platón considera que la virtud no es sólo sabiduría, sino también justicia, templanza y fortaleza.
La vida es moralmente virtuosa si se tiene el hábito de la virtud, «por el cual el hombre se hace bueno y por el cual ejecuta bien su función propia»; la práctica habitual de las virtudes éticas, que consisten en un justo medio entre dos excesos, hace al hombre moral y lo dispone a la felicidad. Por esto la ética no es sino el cumplimiento del fin del hombre.