La cultura latina clásica es, sin duda, la que configura a Occidente. El legado cultural, social, político y legal de la Antigua Roma contribuyó a formar algunos de los aspectos más significativos de nuestra cultura y civilización occidental.
Los valores de esta cultura que se prolongó tan extensamente en el tiempo y en el mundo conocido de su época, fueron mutando. Sin embargo, merecen ser destacados aquellos valores que desarrollaron en sus primeras etapas a nivel individual y político, y que luego llevaron al plano de la organización civil pública con su consecuente impacto en su República y en sus leyes.
Estos valores diferenciaron a la Antigua Roma de otros pueblos, dándoles una supremacía y un lugar único en la historia de la Humanidad.
Nos referimos a las virtudes romanas, una serie de valores estimados en la Antigua Roma como fundamentales para todos los ciudadanos. Muchas de estas virtudes o cualidades estaban asociadas a la mitología y representadas por dioses, y según algunos historiadores, fueron las que le dieron a la República Romana la fuerza moral necesaria para conquistar y civilizar el mundo.
Dichas cualidades configuraron la mentalidad de los primeros romanos –campesinos y soldados herederos de austeras costumbres y fieles a su religión familiar–, y siguieron siendo modelo propiamente romano por siglos. Eran básicamente las cualidades de vida a las que todos los ciudadanos romanos debían aspirar, pero a la vez suponían una referencia para la sociedad en cuanto a sus valores sociales o morales.
Virtudes personales o familiares
Autoridad Espiritual (Auctoritas): la función social de alguien, construida a través de la experiencia.
Indulgencia (Clementia): suavidad, humanidad y benignidad con todo lo humano.
Elevación espiritual (Gravitas): responsabilidad, seriedad y determinación. El empeño y la buena fe con aquello que se tiene entre manos resultaba fundamental para el ser romano.
Dignidad (Dignitas): autoestima, orgullo propio y prestancia personal.
Tenacidad (Firmitas): Firmeza espiritual y perseverancia para la consecución de los propósitos. Fuerza mental, habilidad de defender una propuesta.
Sobriedad (Frugalitas): Templanza, moderación y simplicidad en el estilo de vida, sin llegar a ser miserable.
Honestidad (Honestas): honra, honor, reputación; la imagen que uno muestra como miembro respetable de la sociedad.
Humanidad (Humanitas): aquello que corresponde a la naturaleza y al sentimiento humano, a su formación, cultura, civilidad y refinamiento.
Diligencia (Industria): trabajo duro, aplicación, celo y esfuerzo en la tarea.
Observación de los deberes (Pietas): respeto por el orden natural, social, político y religioso. Es decir, el reconocimiento de estar vinculado y subordinado a algo superior, en primer lugar lo divino, pero también a realidades humanas. Incluye las ideas de patriotismo, devoción y afecto por los demás.
Prudencia (Prudentia): previsión, sabiduría y discreción personal.
Severidad (Severitas): autocontrol. Contención, gravedad, formalidad. Incluye también la idea de austeridad y sobriedad.
Franqueza (Veritas): Honestidad en relación con los demás.
Virtudes públicas o políticas
Además de las virtudes personales, aspiración de todo individuo, la cultura romana también defendía virtudes que debían ser compartidas por toda la sociedad. En diversos casos, las virtudes se personificaban en divinidades.
Abundancia (Abundancia): plenitud. El ideal de tener comida y prosperidad suficientes para todos los segmentos de la sociedad.
Igualdad (Aequitas): justicia e igualdad tanto dentro del gobierno como entre las personas
Clemencia (Clementia): merced mostrada al resto de naciones.
Concordia (Concordia): armonía entre el pueblo romano, y también entre Roma y las otras naciones.
Felicidad/Prosperidad (Felicitas): una celebración de los mejores aspectos de la sociedad romana.
Fortuna/ Suerte (Fortuna): un agradecimiento a los acontecimientos positivos.
Justicia (Iusticia): expresada por leyes y gobiernos sensatos.
Contentamiento/felicidad (Laetitia): celebración del agradecimiento, generalmente por la solución de crisis.
Liberalidad (Liberalitas): dar generosamente.
Nobleza (Nobilitas): acciones nobles dentro de la esfera pública.
Paciencia (Patientia): la habilidad necesaria en momentos de tempestad y crisis.
Paz (Pax): una celebración de paz dentro de la sociedad y entre las naciones.
Providencia (Providentia): la habilidad de la sociedad romana de sobrevivir a desafíos y manifestar un gran destino.
Modestia (Pudicitia): una expresión pública contra la acusación de «corrupción moral» de la Roma Antigua.
Salud (Salus): preocupación por el bienestar y la salud pública.
Seguridad (Securitas): un gobierno eficiente que lleve a la paz.
Esperanza (Spes): especialmente en tiempos de dificultades.
Coraje (Virtus): especialmente de los líderes de la sociedad y del gobierno. Desempeñó uno de los más importantes valores dentro de la vida política romana.
Leyes romanas
Los romanos tenían unas leyes que todos tenían que cumplir, tenían un orden establecido, pero esas leyes no tenían una herencia religiosa. La religión romana no planteó en ningún momento una moral que sus adeptos debían seguir, es más: lo importante en la religión no era la moral sino las formas. Si alguien cumplía con todos los rituales tal y como es debido, los dioses le concederían su favor puesto que había cumplido su deber para con ellos y estaba en Pax Deorvm. No importaba si se era buena o mala persona, lo importante era cumplir con el deber.
Los mismos dioses romanos enseñaban que la ética era algo propio de cada individuo. Cada dios romano tenía un carácter, una forma de ser y actuar y en ningún momento ese dios era malo o bueno. La ética se basaba en el fuero interno de las personas, y así lo enseñaban los dioses.
De todos modos, aunque la religión romana no contemplaba la moral de sus seguidores, la sociedad romana sí que tenía unas virtudes que aprobaba como correctas y nobles. Estas virtudes eran las que formaban la llamada via Romana. Las ya mencionadas virtudes familiares o personales y las políticas o públicas. Estas son las virtudes romanas:
La República
Con el crecimiento de los dominios de Roma, los valores de la República empezaron a verse trastocados, producto de las relaciones de los romanos con otros pueblos, así como por los cambios en la forma de vida de los grupos más influyentes.
Las riquezas y el poder cambiaron la sensibilidad romana, generando las reacciones de algunos romanos ilustres que intentaron un rescate de los valores tradicionales o propusieron una guía para la vida.
Marco Tulio Cicerón (106-44 a.C.), cónsul en 63 a.C. fue un hombre “nuevo” que realizó por mérito personal todo el “cursus honoris” o carrera pública llegando a ser el mejor orador y retórico de Roma. Durante su consulado logró desbaratar los planes del ambicioso político Catilina, servicio por el cual se consideraba a sí mismo “El salvador de Roma”. Este Hombre consideraba que lo más importante era el servicio público y no se cansaba de exhortar a los romanos a vivir de acuerdo a los valores que correspondían a este ideal republicano:
“La seguridad y el honor, cuyas bases, o si se quiere, sus partes constitutivas, que todo estadista tiene el deber de vigilar y defender aun con riesgo de la vida, son las siguientes: la religión y el sometimiento a la voluntad divina, el poder de los magistrados (autoridad civil), la dirección del Senado, el derecho, la tradición, la justicia y su administración, la fe, las provincias, los Estados aislados, la reputación del imperio, la preparación militar, la estabilidad económica. Para defender ideas tan nobles y tan variadas se requiere un corazón valeroso, una alta capacidad y una voluntad inflexible”.
También Séneca (4 a. C.- 65 d. C.) representa un punto culminante en la Antigua Roma en lo que respecta a una vida orientada éticamente. Este hombre planteó una perspectiva de vida de renuncia a la búsqueda del placer, y de negación de sí mismo para alcanzar la perfección. En muchos de sus aspectos éticos este pensador se acerca a conceptos del cristianismo, sobre todo en el respeto a los demás y en vivir de acuerdo a una recta conciencia. Séneca vivió en un periodo que ha pasado a la posteridad como cargado de corrupción y desvaríos de todo tipo por parte de algunos emperadores como Calígula o Nerón. Este último fue discípulo de Séneca, quien colaboró con el gobierno del Imperio durante la minoría de edad del Emperador. Sería luego el mismo Nerón quien lo mandaría matar.
Séneca concentró una gran cantidad de poder y de riqueza pero renunció a todo para retirarse a vivir en el campo de una forma sumamente austera y entregada a la meditación. De esta manera fue coherente con sus ideas de renuncia a los honores y riquezas de este mundo como ideal de vida.
Son célebres algunas de sus frases, como por ejemplo: “Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.” y “Amad para ser amados”, entre muchas otras.