El aporte más importante que pueden hacer las organizaciones del sector privado y el social es impulsar la construcción de alianzas estratégicas que generen nuevas formas de asociación e intercambio, facilitando de este modo las sinergias entre ambos sectores, a través de la conformación de redes.
A pesar de todos los problemas políticos, económicos, sociales y ambientales que está atravesando Latinoamérica, la buena noticia es que hoy existe en la región una fuerte masa crítica conformada por individuos y organizaciones que ya está madura y preparada para escuchar propuestas de cambio de rumbo, y que está dispuesta a unirse en pos de un proyecto común. Frente a la falta de alternativas políticas consistentes y la crisis que está atravesando la región, la propuesta de armar redes enmarcadas dentro del paradigma del desarrollo sostenible se vuelve una posibilidad concreta de cambio.
En esta dirección, quizás el aporte más importante que pueden hacer las organizaciones del sector privado y el social es impulsar la construcción de alianzas estratégicas que generen nuevas formas de asociación e intercambio, facilitando de este modo las sinergias entre ambos sectores, a través de la construcción de redes. Esto permitirá la integración e interacción de líderes sociales y ONGs con líderes del sector privado y empresas que estén dispuestas a trabajar en forma conjunta.
Desde el punto de vista operativo, una red puede ser «formal», es decir ser una organización que reúne organizaciones y designa autoridades que son las que establecen las políticas de funcionamiento que deben acatar todos los integrantes de la misma, o ser «informal», ya que no hay una autoridad o un órgano que cumpla una función jerárquica sobre los integrantes de la red. Debido a ello, las redes informales resultan ser más efectivas y atractivas para los públicos interesados en las temáticas sociales, ya que garantizan la pluralidad de criterios, la diversidad y promueven mecanismos democráticos, representando en sí mismas una nueva y prometedora forma de participación.
El desarrollo de redes informales entre personas u organizaciones que trabajan en temáticas similares o dentro de áreas geográficas conectadas (clusters), puede ser un valioso motor para que las experiencias, el conocimiento y los recursos sean compartidos o mejor aprovechados. Asimismo, el impulso a la creación de miniredes sobre temas de interés permitirá que personas que están aisladas pero que hacen un trabajo destacado y que son muy importantes para la sociedad, a través de la integración a una red informal, puedan conectarse entre sí, multiplicar el alcance y la efectividad de sus acciones, y generar nuevas formas de asociación. De este modo, cada uno de los integrantes de una mini red se convierte en un nodo de una hiper red, asegurando de esta forma la retroalimentación permanente del sistema.
Consideraciones acerca de la red
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La red debe servir para el intercambio de conocimientos y de experiencias.
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También debe ayudar a que las organizaciones y sus líderes o integrantes, provengan éstos tanto del sector privado como del social, puedan cumplir exitosamente la misión que se han propuesto y replicar y multiplicar el alcance de sus acciones.
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Las redes se pueden conformar y desarrollar a partir de diferentes categorías: por país, por región, por temáticas, por complementariedad (concepto de clusters).
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La conformación de este entramado no es espontánea, por lo que habrá que propiciarla, estimularla y ayudar a que se desarrolle, fundamentalmente en la etapa de start up (empowerment).
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En este sentido, la arquitectura de la red desde el punto de vista de su diseño comunicacional y tecnológico será de vital importancia, ya que esto propiciará que pueda ser utilizada en forma efectiva y eficaz.
Proceso para la construcción de una red informal
1°FASE: La red como el valor de la confianza. El encuentro se da por compartir visión y valores y la necesidad de un cambio de rumbo.
2°FASE: La red como legitimidad y contención. Hay que comenzar a encontrar una sintonía en común que les permita a los integrantes de la red ir definiendo prioridades y campos comunes de interés, para conocerse y reconocerse y comenzar a trabajar en conjunto.
3°FASE: La red como un mundo sistémico. La red se organiza de manera permanente, retroalimentándose a través de la generación de conocimiento y aprendizaje continuo. Se comienza a desarrollar una cierta institucionalidad sin estructura a través de la generación de miniredes, con mecanismos de intercambio y con reglas informales.
4°FASE: La red como una forma de asociación. El resultado es más que la suma de las partes. Se comienzan a desarrollar joint ventures entre los miembros de la red y empieza también a generarse sinergia entre diversos sectores como resultado de la interacción de las miniredes.
5°FASE: La red como sistema defensivo. La red debe funcionar para que la sumatoria y cohesión de individualidades pueda dar respuesta a “agresiones” externas. El fortalecimiento de los lazos entre los integrantes de la red a partir de compartir valores, brindará un sistema de contención y de hacer propios los problemas y dificultades de los otros, generando acciones que los contrarresten.