Se trata de organizaciones que desde su nacimiento tienen incorporada en su Misión la creación de valor sostenible.
En el ámbito del sector privado encontramos a las Empresas B, que persiguen no sólo resultados económicos, sino también sociales y ambientales.
Cuentan con una certificación ad hoc que garantiza el cumplimiento de estos estándares.
Estas empresas nacidas bajo el nuevo paradigma usan el poder de los negocios para resolver problemas sociales y ambientales. Se trata de las B Corporations (Benefit Corporations). Para acceder a ese título, tienen que obtener una certificación, extendida por la organización sin fines de lucro B Lab, tal como TransFair certifica Fair Trade o USGBC lo hace con los edificios LEED.
Las B Corporations apuntan a la gestión sostenible y todas tienen un rasgo en común: redefinen el significado de la palabra “éxito” en el mundo de los negocios y están convencidas de que las empresas son una fuerza poderosa para el cambio social.
Lejos del antiguo mandato de Milton Friedman, que aseguraba que el único rol de una empresa era generar ganancias, estas compañías apuntan más alto. Aunque tampoco hay que olvidar que Friedman alguna vez dijo que las empresas deben mantenerse dentro de las reglas de juego. Y hoy, sin duda, las reglas han cambiado. Consumidores, accionistas e inversores demandan estándares más altos en materia social y ambiental.
Para lograr hacer un verdadero aporte a la consecución de objetivos sociales y ambientales, estas empresas suman estándares de performance en relación a los distintos grupos de interés y también expanden sus métodos de rendición de cuenta y transparencia. De esta manera, los consumidores pueden tomar de decisiones de compra más responsables, alineando su consumo con sus valores, y los inversores pueden elegir mejor el destino de sus fondos.
La certificación sólo les es otorgada a las empresas, si obtienen un puntaje mínimo de 80 (dentro de 200) en la herramienta de evaluación (B Impact Assessment), que establece un benchmark para los impactos sociales y ambientales. También deben adaptar un marco legal acorde, para incluir la misión de la compañía en su ADN. Esto permite que los valores resistan cambios de management e inversores varios. Una vez certificadas, para garantizar el cumplimiento de los estándares, reciben auditorías aleatorias.
La certificación es una buena manera de separar la paja del trigo, tal como aseguran sus fanáticos. Permite distinguir fácilmente a las compañías responsables de aquellas que sólo pretenden serlo, algo nada sencillo en la era del greenwashing y el bluewashing.
El movimiento ya cuenta con más de 700 empresas alrededor del mundo y sigue creciendo. En la Argentina varias empresas han obtenido la certificación, entre ellas Greca, dedicada al diseño sustentable; Emprendia, consultora en proyectos de sustentabilidad para empresas; y Guayakí, productor de yerba mate orgánica.
La calificación B se aplica a la empresa en su conjunto, no a un producto o proceso, y se deben cumplir una serie de requisitos tales como contar con seis meses en el mercado. Luego, hay que completar los pasos en la web de Sistema b y obtener un puntaje mínimo de 80 sobre 200.
Algunos de los beneficios de este movimiento:
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Son empresas muy atractivas para inversores de alto impacto.
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Atraen talentos profesionales que desean desempeñarse en una empresa que tenga un propósito.
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Permiten sumar nuevos clientes: las Empresas B se integran a las cadenas de valor de grandes empresas.
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Generan interés en los consumidores